words – a few.

Notas de viajes, paseos y sueños en tiempo no lineal.

CEREBROS

Los cerebros son excitantes. No me refiero a la inteligencia, ni tampoco a la capacidad de analizar o articular. Sino a la soledad de todo lo que habita ahí. A la dificultad para penetrarlo, a las contradicciones que nos hace ejecutar, a la confusión y a su oscuridad llena de impulsos eléctricos.

Qué complicado es ver un poquito de lo que pasa ahí, en nuestros propios cerebros y en los de otros. Qué espacio tan torturado y raro. Tan solitario y a la vez, tan lleno de todo el mundo.

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TAMÁN SHUD

En 1948, un hombre no identificado fue encontrado muerto a primera hora de la mañana en la playa de Somerton (Australia).
Se dice que fue un suicido por envenenamiento. En uno de sus bolsillos encontraron un papel con las palabras Tamán Shud
impresas. La última página del Rubaiyat de Omar Khayyam. Significa: Se acabó.

Este libro de poesía persa fue censurado por años: contradice la religión, habla de experiencias sensoriales, amor, erotismo, vino, vivir en el presente. Durante la primera mitad del siglo XX existían limitadas reproducciones y traducciones. Una de ellas, excesivamente lujosa, iba en el Titanic. La edición que tengo yo la encontré en la puerta de unas de las casas donde viví en Madrid. Un vecino la dejó ahí. No sé nada más.

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ALIENÍGENAS ANCESTRALES

Me imaginaba que tenía mil historias que contar, pero todo lo que existe está dicho desde hace tiempo, muchas veces, y mucho mejor escrito. Me creía que salvaba al mundo mientras comía pizza y alitas picantes con las persianas bajadas y el aire acondicionado en 17°, viendo documentales sobre teorías de conspiración, canibalismo galáctico, estrellas binarias y los misterios de la arquitectura egipcia. Quería creerme que había aprendido a escribir, pero lo único que hago es repetir las cosas en otro orden.

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THE DOCK OF THE BAY

No sé si fue una tía abuela o una bisabuela, que una vez se tropezó con una cadena en el muelle de la playa que siempre visitábamos. Sé que pasó algo grave. O se murió, o se fracturó, no sé. Sólo recuerdo bien tener 5 o 6 años y por primera vez sentir una especie de fobia nerviosa y oscura. Cuando caminaba por el muelle y veía esa cadena, tenía visiones de huesos fracturados y charcos de sangre brillantes. Sentí que existía una separación entre cruzar o no cruzar, entre levantar o no una pierna, entre el antes y el después. Sentía que había restos de esa señora incrustados en el asfalto caliente bajo el Sol del Caribe.

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HANK WILLIAMS

Caracas, 2011

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PARECÍA EL FIN DEL MUNDO

A mediados de diciembre de 1999 veía películas y comerciales de navidad en la tele de la casa de mi abuela, mientras afuera no paraba de llover. Después de trabajar, mis papás me buscaron para ir a casa y de camino podían verse cascadas bajando desde lo alto del Ávila, la montaña que bordea Caracas. Del otro lado del cerro, donde está la costa, se desarrollaba una catástrofe: el Deslave de Vargas (conocido también como Desastre o Tragedia de Vargas). Las lluvias desgarraron las montañas, las rocas gigantes y el barro borraron pueblos enteros. En el libro de récords Guinness consta como el alud de barro que mayor número de víctimas mortales ha ocasionado en la historia. Los locales recuerdan este acontecimiento como “el día que la montaña se tragó al mar”. No es que esto me afectara a mi o a mis familiares de forma directa, pero tener 10 años y sentir la devastación tan cerca fue algo que me afectó profundamente. Estas fotos son en Vargas, un fin de semana de septiembre del 2009. Escapada de casa, feliz, llovió por horas, hubo un temblor, casi caímos por un precipicio bajando la montaña. Pudo haber sido un escenario de terror, pero en su lugar, fue el escenario perfecto para enamorarme.


LA ÚLTIMA PÁGINA

Todo lo que creemos poseer o conocer, no es más que un sueño. Creímos en un mundo protegido, en una playa segura. En esa comodidad y belleza nos arropamos. Y fue hermoso, sí, vivir la totalidad de esa vida pasajera. Los desastres de una esquina del mundo no son ajenos, ahora nos damos cuenta. Que algo luzca lejano o se sienta imposible, no significa nada ante la fuerza de los dioses. Diciembre de 1999 se llevó ese pequeño pedazo del Caribe con una gran tormenta que desprendió la montaña y se abalanzó sobre la línea costera. La Gran Tormenta se llevó ese pequeño relato del amor de los niños, y del amor de los solitarios y del amor de los inconformes y del amor de los viciosos. La gran tormenta es la última página de la libreta de un siglo. (Fragmento del relato Club Miramar, que escribí durante la pandemia del 2020.)

JEAN COCTEU

Estas fotos son de cuando me perdí en un bosque en Francia a finales de verano del 2015. Un saxofonista ensayaba entre los árboles. Yo estaba buscando la casa donde nació Jean Cocteau, 100 años antes que yo.

“Blues with some peace” (2018)

Saturday night.
I became friends
with some kind of peace:
the classic sky-blue
lighter, then darker.


Families, dogs, cameras,
couples heading up for beer.
Random man talking
about the crashing of the galaxies.


I’m alone and I’m fine
swimming inside
my own secret fire.


I could explain
why I feel what I feel
but I won’t,
it doesn´t matter,
it makes no sense.


I just play,
Not explain.


Saturday night,
I feel fine at last.
Not in ecstasy,
simply fine.

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